Un extraño fenómeno está ocurriendo. Al principio sólo nos provocaba una sonrisa al trasponer la puerta y salir a la vereda; luego el comentario ocasional. Más tarde la conciencia de la repetición; dos, tres, cuatro veces en un día. Al poco tiempo ya era un tema de conversación, que mutó a motivo de asombro cuando verificamos que seguía ocurriendo, una y otra vez. No es que no hayamos intentado descifrarlo; al contrario, tenemos un par de hipótesis. Pero hasta el momento no son más que eso, conjeturas. Es que se trata de un fenómeno de veras extraño.

En su última manifestación incluyó un regalo: una caja completa de un valioso producto; porque, según dijera el empleado, "lo tenemos acá desde hace tiempo y antes que quede acá mejor que lo aprovechen ustedes". Un re-ga-lo, sí. Yo no sé qué pasa pero Ezpeleta y yo no podemos entrar a ningún comercio sin que nos atiendan extremada, llamativamente bien; y no podemos salir sin mirarnos a los ojos con sorpresa y decir "¡pero qué buena onda esta gente, por favor!"

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