lunes, 19 de septiembre de 2011
jueves, 8 de septiembre de 2011
Mi nombre es Manny Ybarra. Desde los catorce años soy operario de control de calidad. Pueden llamarme "probador", así se decía antes y me gusta más. Trabajé en muchísimas industrias. Perdí el olfato en una perfumera, sumé 58 libras en Kentucky Fried Chicken, pero también aprendí volteando páginas en Hill & Wang y me divertí en las atracciones de Six Flags Magic Mountain. El trabajo que más recuerdo fue, sin embargo, uno que no hice. En una planta de General Motors vi morir a mi compadre Sal Espinoza -que Dios lo tenga en su Santísima Gloria- que tuvo su primer y último turno tantito antes que yo. Renuncié antes de comenzar, aunque la paga era excelente.
Ahora tengo un empleo en la planta Fender en Corona. No soy músico, pero en verdad no es necesario. Soy el que checa que las guitarras se quiebren como es debido cuando el guitarrista las estrella contra el escenario. Es simple. El mástil no debe separarse del cuerpo sino hasta el tercer golpe, ni antes ni después. El primer golpe podría ser accidental, por lo que el instrumento no debería sufrir daños importantes. Pero al segundo golpe el cuerpo debe despedir trozos de madera hasta al menos 30 pies de distancia del escenario. Al tercer golpe debe notarse claramente que el mástil queda unido al cuerpo sólo por uno de los cuatro tornillos. Y al cuarto golpe el mástil y el cuerpo deben separarse, aunque las cuerdas hacen que el conjunto perdure algunos golpes más. Cuántos más depende del calibre de las cuerdas que prefiera el guitarrista. Aquí utilizamos 0.10.
Soy un hombre fuerte, no demasiado viejo, y mi trabajo es tranquilo, sin riesgos. Me dan la indumentaria apropiada, tengo seguro social y a Dios gracias mi puesto es estable. En verdad no puedo quejarme. Sólo que a veces, de tanto en tanto, me pongo a cavilar acerca de lo que lleva a los guitarristas a destrozar sus instrumentos. Mi madre sabe cuándo tengo uno de esos días nada más verme apenas regreso de la planta. Entonces saca del refrigerador un six pack, lo deja en la mesita junto a la mecedora del porche y yo me siento allí a fumar y beber hasta que se hace de noche y me llama a comer.
Ahora tengo un empleo en la planta Fender en Corona. No soy músico, pero en verdad no es necesario. Soy el que checa que las guitarras se quiebren como es debido cuando el guitarrista las estrella contra el escenario. Es simple. El mástil no debe separarse del cuerpo sino hasta el tercer golpe, ni antes ni después. El primer golpe podría ser accidental, por lo que el instrumento no debería sufrir daños importantes. Pero al segundo golpe el cuerpo debe despedir trozos de madera hasta al menos 30 pies de distancia del escenario. Al tercer golpe debe notarse claramente que el mástil queda unido al cuerpo sólo por uno de los cuatro tornillos. Y al cuarto golpe el mástil y el cuerpo deben separarse, aunque las cuerdas hacen que el conjunto perdure algunos golpes más. Cuántos más depende del calibre de las cuerdas que prefiera el guitarrista. Aquí utilizamos 0.10.
Soy un hombre fuerte, no demasiado viejo, y mi trabajo es tranquilo, sin riesgos. Me dan la indumentaria apropiada, tengo seguro social y a Dios gracias mi puesto es estable. En verdad no puedo quejarme. Sólo que a veces, de tanto en tanto, me pongo a cavilar acerca de lo que lleva a los guitarristas a destrozar sus instrumentos. Mi madre sabe cuándo tengo uno de esos días nada más verme apenas regreso de la planta. Entonces saca del refrigerador un six pack, lo deja en la mesita junto a la mecedora del porche y yo me siento allí a fumar y beber hasta que se hace de noche y me llama a comer.
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