El sábado 29 de septiembre de 1990 David Bowie tocó por primera vez en Buenos Aires cerrando el "Sound + Vision Tour". Yo estuve ahí. Fue un muy buen show, por supuesto, aunque debo confesar que en ese entonces yo no estaba interesado en Bowie sino que había ido exclusivamente para ver a Adrian Belew. Claro que sabía quién era Bowie, pero ese día sólo fue el tipo de la indumentaria con voladitos que cantaba, toda mi atención estaba concentrada en Belew. En mi favor hay que decir que el tiempo me acomodó las cosas en su justo lugar: Bowie es un genio y Belew un gran guitarrista que escribió algunas de las letras más increíblemente pelotudas de la música universal.
El lunes siguiente fui a trabajar a la Escribanía. Ya no era el último cadete pero todavía no me habían puesto de protocolista. Por eso, si bien mi sueldo me permitía financiar la diarrea de recitales que fue 1990, todavía tenía obligación de hacer cosas desagradables como por ejemplo llevar a legalizar documentación al Colegio de Escribanos.
Ese día terminé temprano y fui a tomar un café al bar de al lado del Colegio. Apenas me ubiqué lo vi a Bowie sentado frente a la mesita cuadrada de fórmica marrón junto a la ventana, solo, siguiendo con sus ojos anómalos a los colectivos repletos que iban por Avenida Callao. Después de un rato tomé coraje, me acerqué y le dije:
-Hola Sr. Bowie, quería decirle que el sábado estuve en su show y me gustó mucho.
-Ah, sí, gracias- dijo Bowie sin sacar la vista de la ventana.
-Además quería decirle que toco la guitarra y que haber visto a Adrian Belew fue...
-Ok, escucháme pendejo- cortó Bowie, sin mirarme. ¿Querés ser una estrella de rock? YO soy una estrella de rock. Pero tenés que saber que llega un momento en la vida de todo hombre en que quiere poder meterse un dedo en la nariz y sacarse los mocos sin que lo jodan- me miró y agregó -Bueno, las estrellas de rock no podemos hacer eso- volvió a mirar a la ventana, se levantó y se fue.
Bowie tenía 43 años cuando me dijo eso; hoy yo tengo 40. Hace mucho que no trabajo en escribanías y toco la guitarra ocasionalmente. No, no soy estrella de rock. Igual todavía me quedan tres años, quién te dice.